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Los métodos para unir metales son conocídos desde hace cientos de años, pero durante la mayor parte de este periodo, la única forma de soldadura era la soldadura de forja realizada por los herreros.
A finales del siglo XIX surgieron nuevos principios de soldadura, cuando se pudo generar suficiente corriente eléctrica para la soldadura por resistencia y la soldadura por arco. En un principio, la soldadura por arco se realizó con electrodos de carbono, y más tarde se utilizaron las varillas de acero. Posteriormente, se patentaron los electrodos revestidos que supusieron un resultado sorprendente de la soldadura y sentó las bases de la soldadura tal como la entendemos actualmente.
Otro método de soldadura que se desarrolló por la misma época, fue la soldadura con gas. Se aprovechaban las altas temperaturas conseguidas con la llama del uso del acetileno y oxígeno como fuente de calor, de manera que se aplica a la pieza de trabajo más rápido de lo que se disipa en el resto del metal. De esta forma, se consigue generar una fusión que, al solidificarse, forma la unión entre las piezas que se desea unir.
Más tarde, en la década de 1930, se desarrollaron nuevos métodos. Hasta entonces, toda la soldadura por arco metálico se realizaba manualmente. Es a partir de entonces, cuando se intentó automatizar el proceso por arco sumergido (SAW). Durante la Segunda Guerra Mundial, la industria aeronáutica requirió un método nuevo para la soldadura de magnesio y aluminio y es cuando, en 1940, EEUU empieza a experimentar con la protección del arco mediante gases inertes. Mediante el uso de un electrodo de tungsteno, se podía iniciar el arco sin fundirlo, lo que permitía soldar con o sin material aportado, llamando a este método soldadura TIG (Tungsten Inert Gas).
Años más tarde, se desarrolló un nuevo proceso de soldadura que utilizaba el alambre metálico de alimentación continua como electrodo, es el proceso de soldadura MIG (Metal Inert Gas). Los gases de protección eran inertes, como el helio o el argón. Para intentar reducir los problemas causados por la intensa generación de salpicaduras, se empezó a utilizar el CO2 como gas relativamente reactivo o gases mixtos como el argón/CO2, llamando a esta soldadura MAG (Metal Active Gas).
La soldadura por haz de electrones (EB) y la soldadura láser, presentan fuentes de calor más intensas. La soldadura EB se desarrolló en 1958 y fueron las industrias aeronáutica y nuclear las primeras en utilizar este método. Su principal característica es su penetración profunda y estrecha, mientras que su limitación es la necesidad de una cámara de vació para contener el haz de electrones y la pieza de trabajo.
En algunos aspectos, la soldadura (y corte) láser presentan características deseables. El haz láser es una fuente de calor concentrada que permite la alta velocidad y una distorsión muy baja de la pieza de trabajo.